El
gigante Rufus Gelatus vino desde las cálidas tierras del trópico
hasta el Polo Norte para participar en este concurso. El intenso frío
le impide sonreir:
"No sabía que las temperaturas fueran tan bajas aquí.
No me he traído botas ni guantes y ahora tengo los pies y las manos
congelados, así que he convencido al muñeco de nieve para
que se venga conmigo a mi tierra"- dijo el gigante.
"Tardé unas cuatro horas en hacer el muñeco"-
añadió - "Lo hice del tamaño de un humano
corriente porque no me habría dado tiempo a hacer uno tan grande
como yo"
Además de la corona, el premio estaba dotado con una bolsa de
nueces y otros frutos secos para el ganador y otra para el mejor muñeco.
- "Yo no como frutos secos"- decía el muñeco
de nieve- "En realidad, no como nada, porque al carecer de estómago,
no puedo asimilar los alimentos. Creo que repartiré el premio con
el resto de participantes en el concurso, es lo mejor que puedo hacer.
La corona que me han dado, en cambio, me gusta mucho porque parezco el
rey de los muñecos de nieve. La llevaré hasta que me derrita"
- comentaba orgulloso de su trofeo.
Acompañamos al gigante y la nevera donde guardó al muñeco
al aeropuerto, donde posteriormente tomarían el avión rumbo
al sur. El resto de los participantes se despidieron efusivamente después
de intercambiar teléfonos y direcciones para mantenerse en contacto
e intercambiar técnicas de fabricación de muñecos.
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