Busca a muchísimos amigos, cuantos
más seais mejor, pues tanto los demonios petrificadores
como los ángeles despetrificadores suelen ir en bandadas
y el entrenamiento resultará así mucho más real y
efectivo.
Reuníos todos en un lugar amplio en el que se pueda correr,
lanzar pelotas y gritar. El pasillo de un hospital,
por ejemplo, no vale, porque seguramente molestarías
a todo el mundo. Un armario tampoco es el lugar indicado, pues sería
imposible que todos corrierais dentro a la vez. El campo es un buen
sitio.
Contad cuántos sois y haced tres
grupos iguales en número de personas. Es decir, si sois
18 niños, haced tres grupos de seis personas. Si no se os dan bien
las matemáticas, podeis usar una calculadora (y estudiar más
en lo sucesivo, porque este es un buen ejemplo de matemática
aplicada).
Echad a suertes cuál de los tres grupos es la bandada de ángeles,
cuál es la jauría de demonios y quienes son los
humanos. Cada uno de los ángeles deberá hacerse con
un pañuelo blanco a modo de
alas, y cada demonio buscará un tridente,
aunque para el entrenamiento será suficiente con una
ramita (pero cógela del suelo, no hagas daño a los árboles).
Colocáos todos revueltos ocupando el espacio: lo más separados
que podais unos de otros. Y a la de tres COMENZARÁ
EL APOCALIPSIS: los demonios saldrán corriendo
para petrificar a los humanos, que correrán para escapar
de ellos pero quedarán quietos en el sitio y petrificados cuando
un demonio les toque con el tridente. Los ángeles intentarán
salvar corriendo a los humanos que estén quietos tocándoles
con las alas.
Una nota más para acabar de sembrar el
caos: Cuando un ángel toca a un demonio lo convierte
en ángel, y cuando un demonio toca a un ángel, éste
se convierte en demonio. |