|
- No señora,
no - dijo al fin - Me llamo Timoteo Cox Coelophiseo, y sólo soy un pobre
dinosaurio de pequeño tamaño que anda en busca de la verdad.
- ¡La
verdad! - Exclamó Curtis el Triceratops -¡La verdad! Yo te diré la verdad. La verdad es
que uno tiene que levantarse tempranito por la mañana y disponerse a un duro día de
trabajo. La verdad es que, por si no fuera bastante con pasarse doce horas diarias
trasegando las verduras del campo, hay que vigilar que no nos mate uno de esos bestias
parientes tuyos, la verdad -y bien triste es- es que somos esclavos de nuestro cuerpo y
que, por un momento de debilidad durante el celo, uno tiene que cargar toda la vida con
una dinosauria tonta que todas las primaveras te regala un enorme montón de huevos.
¿Quieres que me preocupe de todas las tonterías que dice ese estúpido Dr. Brun?
¡Bastantes preocupaciones tiene uno ya sin que le metan entre cuerno y cuerno el miedo al
fin del mundo! ¡Esa es la verdad!
Una enorme nube de ceniza cubrió momentáneamente el
sol que ya declinaba en el horizonte, tras las enormes coníferas.
- Pero tiene que haber
algo más - dijo el pequeño Cox.
- ¿Más? - Gruñó Doris Paquebotis -
¿Qué más quieres?
- Quiero saber qué sentido tiene todo
esto.
- ¿A qué te refieres?
- Quiero decir que...A mi primo Harold
Megalodon Archeopteris le han salido plumas y se ha llevado a su familia al sur. Las
plantas están cambiando, cada vez hay más carnívoros y son más grandes y hay unos
bichos muy raros por todas partes. Bueno, no sé si me explico, pero a mí todo esto me
parece una huída hacia adelante. Creo que llevamos millones de años haciendo el tonto. Y
eso no tiene sentido. A veces he sentido aquí, en el pecho, un extraño dolor. No me lo
puedo explicar, pero sé que deberíamos dar mucho más de sí, que hay cosas muy hermosas
por descubrir, y eso me angustia más aún cuando todo parece indicar que nuestro mundo
está, por lo menos, cambiando.
- Todos hemos sentido algo parecido.-
dijo Doris Paquebotis y, al parecer, volvió grupas y se fue caminando en busca de sus
hijos.
- Si, muchacho - afirmó Curtis -Cuando
se es joven, se sienten cosas como ésas. Yo creo que lo que necesitas
es una buena moza, esa es la respuesta. Ah, y olvida al Dr. Brun.
sus teorías son papel mojado. Sabe tanto como nosotros, pero le sobra
imaginación. Además, todo el mundo sabe que los dinosaurios con pico
de pato como él son los más tontos de todos: el agua les reblandece
el cerebro.
La noche se hizo más cerrada. La ceniza de los
volcanes impedía que se viesen las estrellas. Todo era muy triste para el joven Timoteo
Cox y cuando Curtis Megalocornis Triceratopo se fue a dormir se quedó solo sobre la
hierba, pensativo, intentando encontrar una respuesta a la ansiedad que le devoraba por
dentro. |